Cuadernos hispánicos (XLIII): museo geominero

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Edificio del museo

Hasta hace no mucho, sólo conocía este museo por fuera; la verdad es que el edificio es una preciosidad y cada vez que paso por allí no puedo evitar quedarme un rato contemplándolo. Y en una ocasión en la que un compañero, ingeniero de minas, me preguntó si había visitado la mina que hay dentro, me quedé sorprendidísima; hasta que me explicó que efectivamente el edificio no sólo alberga dos organismos distintos (la Escuela de Ingenieros de Minas, que pertenece a la Universidad Politécnica; y el Museo Geominero, perteneciente al Instituto Geológico y Minero de España), sino que en el sótano hay una mina de verdad.

El Museo Geominero se encuentra en la calle Ríos Rosas 23, más o menos por la zona de Nuevos Ministerios y de Cuatro Caminos, aunque la estación de metro que pilla más cerca es Ríos Rosas, con una salida casi en la puerta del edificio; también hay un montón de autobuses que pasan al lado del museo. En su página web podéis ver toda la información relativa a cómo llegar, y también consultar los horarios de apertura; la visita es gratuita y la mina abre únicamente el primer domingo de cada mes (excepto en agosto, que está cerrada), así que si queremos visitarla tendremos que apuntarnos allí mismo y en ese momento nos confirmarán las horas que hay libres, porque los grupos son reducidos y según se van formando cierran el cupo. Si preferimos hacer reserva previa en lugar de presentarnos allí a la aventura, en la Escuela publican un calendario de visitas y una dirección en la que podemos apuntarnos, aunque en este caso la visita no es gratuita. También, durante el verano y la Navidad, se organizan talleres dirigidos a los más pequeños.

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Imagen: web del museo

Ya desde la calle, seguramente el edificio os dejará impresionados porque como se ve en la primera imagen (de la fachada que da a la calle Alenza), es una maravilla; se construyó entre 1921 y 1925, y su estructura es de piedra en el exterior y de madera, forja y cristal en el interior, donde destaca la enorme vidriera que cubre el techo. El acceso al museo se hace por una escalinata de mármol que nos conduce al espacio que hay a la entrada (donde suele estar el personal del museo, y donde deberemos apuntarnos para visitar la mina o para realizar alguno de los talleres); desde aquí llegaremos, por un pasillo, al patio central, alrededor del cual se encuentran las diferentes vitrinas y salas de exposición. El museo y sus colecciones están divididos en un pasillo de acceso y cuatro plantas, y en cada uno de estos espacios se muestran los diferentes objetos, según la clasificación que han realizado los expertos.

Pasillo de acceso

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En la planta principal

En esta primera zona nos encontramos por un lado unas cuantas vitrinas que albergan varias muestras de fósiles extranjeros; se trata de una colección muy interesante desde el punto de vista histórico, y fue reunida entre los siglos XIX y XX con materiales que proceden de yacimientos que ya han desaparecido. Por otro lado, un poco más adelante y justo antes de acceder al patio central, tenemos otras cuantas vitrinas con piezas correspondientes a paleontología de invertebrados; en ellas hay expuestos ejemplos de los principales grupos de invertebrados fósiles, sobre todo moluscos y crustáceos. Hay también una vitrina que muestra diferentes procesos de fosilización. Cabe destacar que todas las vitrinas que nos encontraremos en el museo son prácticamente iguales, de madera oscura tallada y de cristal, y son más de 250 (257, para ser exactos), de las mismas fechas en las que se llevó a cabo la construcción del edificio; y es que incluso aunque estuvieran vacías merecería la pena verlas, sólo por apreciar el estupendo trabajo que hicieron los responsables de fabricarlas.

Planta principal

Esta planta y las dos siguientes están distribuidas alrededor del patio, así que en este caso no hay vitrinas en el centro. Lo que sí suele haber es una reproducción de un yacimiento arqueológico en el que se muestran los restos de un mastodonte que fue encontrado en Ciudad Real. Y algunos domingos, en este mismo espacio se reúnen coleccionistas y vendedores de todo tipo de fósiles y objetos elaborados con minerales y relacionados con ellos (principalmente revistas y otras publicaciones), que podemos comprar allí mismo. Todas las vitrinas que se encuentran pegadas a las paredes en esta planta están divididas, por una parte, en las que muestran objetos relacionados con la sistemática mineral y con los recursos minerales; y por otra, albergan nada menos que casi 7.800 ejemplares de flora e invertebrados procedentes de España. Hay incluso una colección de meteoritos.

Planta primera

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Subiendo

Se puede llegar a esta planta por varias escaleras de caracol, hechas de forja y de madera, que si no recuerdo mal son de la época en la que se construyó el museo. Tres de las paredes de esta planta están ocupadas por vitrinas que albergan fósiles de vertebrados, ordenados evolutivamente desde peces hasta restos humanos primitivos; la cuarta pared contiene lo que en el museo llaman vitrinas monográficas. En esta planta y en las superiores hay barandillas, a modo de balcones, que van a dar a la sala principal. Merece la pena asomarse a cualquiera de los tramos y echar un vistazo a la sala principal desde las alturas; y por supuesto, no hay que perderse lo de contemplar la bóveda acristalada, no sólo desde estos balcones sino prácticamente desde cualquier rincón del museo. Aquí además veremos, aunque si es fin de semana no podremos entrar, la biblioteca de la Escuela, y también varios pupitres repartidos por los pasillos, que me gustaron un montón porque no sé si también serán de la época en la que se construyó el edificio, pero son todos de madera oscura y me recordaron a los de la época en la que mis padres iban al colegio.

Planta segunda

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Vitrinas de la segunda planta

En esta planta, la casi totalidad del espacio está ocupado por vitrinas que muestran ejemplares de todo tipo de minerales procedentes de la Península Ibérica, hasta un total de 2.000 muestras. Lo más significativo es que algunas de estas muestras proceden de minas que hace años que están agotadas. En este caso las muestras están ordenadas por criterios geográficos. El pequeño espacio que quedó libre después de que hubieran ubicado esa enorme cantidad de minerales ibéricos, lo ocuparon con la llamada colección básica de rocas, en cuyas vitrinas están expuestas más de 100 ejemplares de las rocas más comúnmente conocidas, ordenadas según su origen (volcánico, químico, etc.). Por último, en la planta tercera se custodian los fondos que no están expuestos en ninguna de las demás plantas, aunque esta zona no es visitable.

La mina

Si como decía al principio tenéis ocasión de visitar el museo un primer domingo de mes, os recomiendo sí o sí que os apuntéis a la visita guiada por la mina; se llama de Marcelo Jorissen porque fue mandada construir por el que fue director y profesor de la Escuela a mediados de los años 60. Como en las inmediaciones, lógicamente, no había ninguna mina, se construyó esta a imagen y semejanza de un yacimiento real de carbón, para que los alumnos pudieran hacer allí sus prácticas como si estuvieran en una auténtica.

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Galería principal de la mina

La mina se construyó a unos 25 metros de profundidad, y está compuesta por una galería principal de 50 metros de longitud y una galería lateral algo más pequeña; no se pudo hacer más grande porque muy cerca de allí pasa la línea 1 del metro. Si os habéis apuntado a la visita guiada, tendréis que salir del edificio (bien por la entrada principal y rodearlo, o bien por la salida al fondo de la planta principal, que da acceso a la parte trasera de la escuela). Allí tendréis que esperar al guía, que comprobará que están las personas que forman el grupo y abrirá la puerta de acceso a la galería; hay que bajar con cuidado porque son 75 escalones que están muy empinados, y como hay humedad suelen estar resbaladizos, así que es mejor ir bajando agarrados a la barandilla para no llegar a la mina rodando.

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La galería lateral

Lo que podremos ver aquí, como si estuviéramos en una mina de verdad, serán entre otras cosas los diferentes tipos de anclajes que se han utilizado en las minas a lo largo de la historia: de madera los primeros y de hierro y hormigón los más actuales, para afianzar las galerías y evitar que el terreno se derrumbe. También veremos una vagoneta, como muestra de una de las formas de extraer los minerales; y también todo tipo de objetos relacionados con este mundo, desde cascos con frontal como los que utilizan los mineros, hasta martillos hidráulicos, linternas, sistemas de ventilación y de desagüe. Tener ocasión de visitar la mina fue todo un descubrimiento, sin duda.

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Entrada a la Escuela

Aunque ya conocía el edificio por haber pasado por allí un montón de veces, no me imaginaba que me sorprendería tanto lo que me iba a encontrar dentro. Y eso que no soy entendida en minerales, pero sólo por estar dentro del edificio y ver la cantidad de muestras que hay expuestas (teniendo en cuenta que son sólo un pequeño ejemplo, porque en depósito hay muchísimas más), merecieron la pena las visitas.

Como además la exposición está enfocada principalmente a los estudiantes de Ingeniería de Minas, resulta todo de lo más didáctico, con muchísimos carteles explicativos por todas partes. Yo recomiendo la visita sin dudarlo ni un momento; tanto si os interesa el mundo de los minerales como si no, seguro que pasaréis un rato de lo más agradable. Y si encima tenéis la suerte de poder ver la mina, desde es el colofón perfecto para finalizar el recorrido por el museo.


3 respuestas a “Cuadernos hispánicos (XLIII): museo geominero

  1. Uy Espe, pero qué maravilla! yo no tenía ni idea de que existía este museo pero me ha parecido muy interesante. Me encanta Madrid y todo lo que ofrece a nivel cultural, así que lo tendré en cuenta para próximas visitas a la capital.

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