Cuadernos rusos (III): Centro Panruso de Exposiciones

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La entrada a la VDNJ

Cuando empecé a estudiar ruso eran todavía los tiempos de la URSS y los manuales que utilizábamos en las clases venían directos de allí; en todas partes se mencionaba este lugar, que en la actualidad se llama Всероссийский выставочный центр (centro panruso de exposiciones) pero que en aquella época era Выставка Достижений Народного Хозяйства (Exposición de los Logros de la Economía Nacional) y que todo el mundo llamaba por sus siglas, ВДНХ (VDNJ, que en ruso se pronuncia algo así como «ve-de-n-já»). Viendo las fotografías y leyendo lo que ponía en los manuales, a mí me parecía que tenía que ser un sitio de lo más curioso; la primera vez que viajé a Moscú no pude visitarlo, y es una pena porque habría sido curioso verlo en los tiempos de la URSS. Pero en esta última ocasión sí pude, y es que tienes que ir allí a propósito porque ni está céntrico ni es demasiado turístico, y tampoco suelen incluirlo en los viajes organizados.

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Monumento a los trabajadores

Para llegar, lo más fácil es coger el metro; de hecho hay una estación, en la línea 6, que sigue conservando el nombre ВДНХ y que te deja justo en la entrada. Nosotros, casi en la puerta de casa de mis amigos moscovitas, teníamos un trolebús que dando un pequeño rulo por la ciudad iba hasta allí; y también se puede ir en tranvía (líneas 11 y 17), trolebús (14, 48 y 76), autobús (33, 56, 76, 93, 136, 154, 172, 195, 239, 244 y 803) y hasta en monorraíl, así que es muy fácil llegar aunque esté un poco retirado del centro. Y si nos apetece mucho mucho andar, desde la plaza Roja solo tendremos que ir siguiendo Prospekt Mira y, a unos ocho kilómetros más adelante, habremos llegado. Al salir, tanto del autobús como del metro o del tranvía, seguramente lo primero que nos llamará la atención será el enorme monumento a los conquistadores del espacio, que es la entrada al museo de la cosmonáutica. Muy cerca de allí hay otro monumento muy curioso, de estilo totalmente soviético y que menciono porque aunque ahora está en Prospekt Mira, hace años se ubicó a la entrada del recinto de la VDNJ; se trata de una gigantesca escultura de casi 25 metros de alto, dedicada a los trabajadores (su nombre real es «trabajador y koljosiana»), que también se utilizó para decorar el pabellón de la URSS en la Exposición Internacional de París en 1937.

En cuanto a la VDNJ, sus pabellones están abiertos todos los días de 10 de la mañana a 11 de la noche y en ellos suele haber todo tipo de exposiciones; si lo que queremos es únicamente dar una vuelta por el recinto y no visitar ninguna exposición ni pabellón, podemos hacerlo igualmente todos los días, de 8 de la mañana a 11 de la noche. El recinto fue construido bajo las órdenes de Stalin en los años 30, con la idea principal de mostrar el poderío de la URSS en todos los ámbitos; y la verdad es que, paseando por allí y observando los diferentes edificios, nos damos cuenta de que lo consiguió, porque en algunos momentos te sientes pequeñito allí dentro; ya solo al entrar por la puerta principal, con ese arco gigante, nos veremos casi como una hormiga a su lado.

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De pónchiki en la VDNJ

Para que os hagáis una idea, todo el conjunto ocupa una extensión de casi 3 hectáreas y tiene unos 70 pabellones principales, más otros edificios pequeños hasta un total de unos 600, además de zonas verdes, fuentes, pistas de patinaje, un parque de atracciones, salas de cine y teatro y todo tipo de establecimientos en los que podremos tomar desde un café o un refresco hasta los famosos pónchiki de los que ya os hablé, que los de aquí son los mejores que yo he probado y desde luego solo por eso ya merece la pena acercarse a la VDNJ. Si nos interesa verlo todo, o al menos intentarlo, deberemos echarle unas cuantas horitas porque a poco que nos descuidemos, se nos irá al menos medio día casi seguro.

Para construir todo esto, Stalin no escatimó en gastos y empleó todos los medios a su alcance, desde millares de obreros hasta los mejores arquitectos de la época para que diseñaran los diferentes edificios: cada una de las repúblicas que componían la URSS tendría un pabellón exclusivo en el que se expondrían todo tipo de objetos relacionados con sus costumbres, su cultura, su industria, sus productos típicos, su flora, su fauna… En el centro del terreno estaría el pabellón dedicado a la Unión Soviética en general, y alrededor de él todos los demás; este pabellón sigue estando y conserva todavía en su fachada el texto «Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas», y muy cerca de él hay una escultura de Lenin que debe de ser de las pocas que quedan ya por allí…

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El pabellón de la URSS y Lenin

Sin embargo, no todos los edificios que vemos actualmente son de los años 30; muchos de ellos fueron construidos efectivamente en la época de Stalin, pero por ejemplo durante la Segunda Guerra Mundial el recinto estuvo cerrado al público porque las granjas se utilizaron para proveer de alimentos al ejército rojo; y la VDNJ no se volvió a abrir hasta mediados de los años 50, cuando Stalin ya había muerto. Es de estos años de cuando proceden los pabellones correspondientes a las repúblicas bálticas y a algunas de las repúblicas de Asia central. Y como los soviéticos eran tan aficionados a hacerlo todo a lo grande, no se conformaron con exponer una muestra pequeña de cada una de las repúblicas que por aquel entonces componían la URSS, sino que se diseñaron espacios enormes específicos para albergar desde explotaciones ganaderas hasta todo tipo de maquinaria industrial. También se construyó un pabellón para conmemorar el dominio de la Unión Soviética en el cosmos, aunque para eso ya tengamos el propio museo cosmonáutico; pero lo más llamativo de este pabellón es que tiene en la entrada principal una réplica exacta de la nave Vostok en la que Yuri Gagarin viajó al espacio.

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El pabellón dedicado al cosmos

En las inmediaciones de este pabellón podremos ver dos cosas bastante interesantes: por un lado hay un avión Tupolev que, cuando fue desechado para volar, se reconvirtió en un museo en el que ahora se exhiben obras de arte contemporáneo; y por otro lado está el transbordador Burán, que se trasladó aquí desde su ubicación anterior, el parque Gorki. Además, y si somos un poco observadores, enseguida nos daremos cuenta de que se aprecia perfectamente cuáles son los pabellones más antiguos y cuáles los que se construyeron posteriormente, ya que su estética es bastante distinta.

Lo más curioso, por ser típicamente soviético, es el pabellón central que mencionaba antes, ya que alrededor de él están situados el resto de los que corresponden a las antiguas repúblicas soviéticas. Es muy llamativo ver cómo cada uno de ellos refleja incluso desde el exterior lo más típico de cada república, desde los materiales que se utilizaron para su construcción hasta los colores; está claro que, en aras de hacer propaganda de la URSS, se tuvo en cuenta hasta el más mínimo detalle. Y el interior de cada uno de ellos, además de estar dedicado a una república concreta, también lo está a una actividad: la geología, la química, el deporte, la cultura, la energía atómica, la ciencia y la tecnología, la industria del petróleo…

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El transbordador Burán

Además de los pabellones también podremos ver todo tipo de cosas diferentes durante nuestro recorrido, como la fuente de la amistad entre los pueblos, que representa una flor y se encuentra rodeada por las esculturas de quince mujeres ataviadas con los trajes típicos de las repúblicas de la URSS; también hay muchas zonas verdes (en realidad Moscú está lleno de ellas; a mí me da la sensación de que fuera una ciudad dentro de un parque enorme); y avenidas gigantescas por las que podremos pasear tranquilamente y perdernos por allí, porque desde luego sitio para perderse hay y de sobra, y como además todas ellas son peatonales no tendremos que andar pendientes del tráfico; jardines en los que se exponen especies típicas de cada una de las repúblicas de la antigua URSS; un oceanario; montones y montones de tenderetes de venta ambulante con todo tipo de productos típicos, tanto de comer como para comprar de recuerdo; el parque de atracciones que comentaba antes; y hasta un centro comercial.

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El pabellón de Ucrania

Como veis, aquí hay de todo y para todos los gustos, así que seguro que encontráis algo (o mucho) que os llame la atención. Pero como contado así puede parecer que el recinto es interminable, si no os apetece andar por allí a tontas y a locas, lo más práctico puede ser hacer el recorrido siguiendo las indicaciones de los carteles que nos encontraremos en muchos sitios, que incluyen un mapa de la VDNJ en el que están marcados los puntos de interés, que nos servirá para orientarnos mejor en esa inmensidad de terreno. Además me suena que si no todos, al menos algunos de los carteles están escritos no solo en ruso sino también en inglés.

Hay sitios muchísimo más conocidos en la ciudad como la plaza Roja o el parque Gorki, que todo el mundo visita; sin embargo no pasa lo mismo con la VDNJ, que además de estar apartada del centro no suele aparecer en las guías turísticas. Pero según me comentaron varios moscovitas, es uno de sus sitios preferidos para pasar el día, ya sea invierno o verano; de hecho vimos por allí a unas cuantas familias con niños, gente montando en bicicleta o patinando, tomando algo en los chiringuitos… Y creo que los únicos extranjeros éramos nosotros, o al menos a nosotros no nos pareció en todo el tiempo que estuvimos allí oír hablar en otra cosa que no fuera ruso o algún idioma de las antiguas repúblicas soviéticas. Incluso vimos por allí a algún que otro nostálgico de aquella época, con su uniforme militar y sus medallas.

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En la avenida principal

La verdad es que esta visita me gustó muchísimo. Tenía una curiosidad enorme por ver en directo la VDNJ, de la que llevaba tanto tiempo oyendo hablar, y más o menos sabía lo que me iba a encontrar allí; pero verlo fue increíble, sobre todo porque ya sabía que era enorme pero al entrar me pareció que estaba palabra se quedaba pequeña (nunca mejor dicho) para describirlo. Desde luego, el camarada Stalin sabía perfectamente cómo hacer alarde de los logros de la URSS para convencer a todo el mundo de la grandeza de su país. Lógicamente ahora las cosas han cambiado bastante y desde luego a Stalin posiblemente le daría un patatús si viera que el capitalismo ha llegado a su país; aun así, recorrer todos los rincones de la VDNJ fue casi como hacer un viaje en el tiempo y volver a mi primera visita a la URSS.

Supongo que si llegáis hasta este sitio, al que insisto que hay que ir a propósito porque no pilla nada a mano, será porque os interesa un poco la historia de la Unión Soviética; si no, siempre podéis tomaros esta visita como una excursión para pasar un rato de relax, simplemente paseando por allí. Pero estoy segura de que os sorprenderá.

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Volvemos a casa

3 respuestas a “Cuadernos rusos (III): Centro Panruso de Exposiciones

  1. Me gusta andar pero ocho kilómetros y luego el recorrido por ese enorme recinto quizás sería demasiado andar… Me encantan las fotos y el lugar parece de lo más interesante y lejos de las marañas turísticas, aún más interesante. A Stalin déjalo donde está y que no vuelva que seguramente está donde se merece y quizás muy a gusto. Muchos besos!!!

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    1. Sí, la verdad es que se ven pocos turistas por allí; en la zona del museo cosmonáutico sí suele haber alguno más, pero la VDNJ no está desde luego masificada, y menos en invierno, jajajajaja. Stalin que se quede donde está, sí…

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