Posada real El Brasilero, en los arribes

Entrada lateral del edificio
Entrada lateral del edificio

Este fue el alojamiento que escogimos para nuestra excursión por el Espacio Natural Arribes del Duero. Se encuentra en Saucelle, un pueblecito muy pequeño de Salamanca, exactamente en la calle Ermita de San Lorenzo 1. Aunque Saucelle es tan chiquitín que aunque no encuentres la calle, seguro que das con el hotel enseguida, porque además la ermita de San Lorenzo está justo al lado, y también se encuentra fácilmente.

La posada se construyó a principios del siglo XX, y estaba destinada a ser la vivienda de un vecino del pueblo que, como tantos otros, se marchó a hacer las Américas. En este caso, Tomás Perera emigró a Brasil, y cuando a su regreso comenzaron a llamarlo el brasilero, la casa que se construyó en el pueblo recibió también este nombre. Es un edificio bastante grande, construido en granito y con dos plantas. Fue rehabilitado para convertirlo en alojamiento, pero se mantuvo la estructura original de la vivienda.

El edificio por fuera
El edificio por fuera

Al acceder a la posada, a mano izquierda está el pequeño mostrador de recepción, donde además del mostrador hay un pequeño espacio con un par de sillones. Esta zona es más bien un distribuidor, y tanto a su izquierda como a su derecha hay habitaciones. Y al fondo se encuentra el acceso al patio exterior y al comedor. También están las escaleras que suben al piso superior, pero allí no llegamos a estar porque nuestras dos habitaciones eran de las de la planta baja.

En este alojamiento hay un total de nueve habitaciones, y de ellas cuatro tienen cama de matrimonio, otras cuatro dos camas individuales, y la última es una suite para cuatro personas. Así que si en algún momento tienes ocasión y te apetece alquilar la posada entera, ya sabes que tiene capacidad para veinte personas. Nosotros éramos cuatro y nos alojamos dos noches, así que reservamos dos habitaciones dobles. Eran justo las que están en la puerta que da a la recepción. Esa puerta es una especie de divisor, y desde ella se accede a ambas habitaciones, una a cada lado.

La recepción
La recepción

Nuestras dos habitaciones eran muy amplias y simétricas en cuanto a su distribución, una frente a la otra. Al entrar teníamos, en la pared de la izquierda, un armario empotrado bastante grande y a continuación un escritorio y al lado la televisión. Y en la pared de la derecha, justo enfrente del armario, la cama, también bastante grande y que además resultó comodísima. En general la habitación era muy acogedora, y además silenciosa a pesar de que nuestro ventanal daba a la calle. Uno de los lados de la cama estaba junto a un ventanal que daba a la calle lateral del edificio, y el otro lado daba a la pared en la que teníamos el baño.

Lo que más me sorprendió del baño fue lo enorme que era, porque ocupaba casi todo el largo de la habitación, desde la puerta hasta la pared donde estaba el cabecero de la cama. Aunque eso sí, era un poco más estrecho, porque si no habría sido igual de grande que la propia habitación. En él teníamos todo lo necesario, desde varios juegos de toallas (con un toallero que era además radiador) a productos como champú, gel de baño y otros detalles. Igual que la habitación, también el baño era muy luminoso, con una ventana grande en una de las paredes laterales.

Una de nuestras habitaciones
Una de nuestras habitaciones

La decoración era toda muy sencilla, con casi todos los muebles de madera clara, las paredes de color crema menos la del cabecero, que era como de corcho, y tanto la ropa de cama como las toallas y demás accesorios en tonos blancos, excepto los azulejos del baño que eran de un color verde muy claro. Todo con una sensación de limpieza increíble.

Los suelos también eran de madera, algo que me encanta porque me resulta muy acogedor y además no soporto la moqueta. Y tampoco íbamos nada mal de enchufes, tanto en la propia habitación como en el baño. Así que si sois de los que viajais con todo tipo de artilugios que necesiten cargarse, no hay ningún problema.

Nuestro baño
Nuestro baño

Dentro del edificio del hotel no hay aparcamiento, pero no supone ningún problema encontrar sitio tanto en la misma puerta como en las calles de alrededor. Ya decía que Saucelle es un sitio bastante pequeño, así que incluso aunque te toque aparcar un par de calles más lejos, estarás siempre a dos pasos del alojamiento.

Aunque no suele ser nuestra costumbre porque por lo general solemos ir a los hoteles únicamente a dormir, y nos pasamos el resto del tiempo visitanto sitios y haciendo excursiones, en esta ocasión fue un poco diferente. Como íbamos en familia y la idea era pasar unos días tranquilos, así lo hicimos.

Fuimos en temporada bastante baja y las temperaturas en la provincia de Salamanca suelen ser fresquitas, a veces incluso en verano, así que lo que no llegamos a utilizar fue la piscina del hotel. Es bastante grande, está en la parte trasera del edificio, y se accede a ella desde la planta baja. Como decía al principio, una de las puertas que hay al fondo, pasada la recepción, nos lleva al jardín y junto a él se encuentra la piscina, que cuando nosotros estuvimos alojados en el hotel estuvo todo el tiempo tapada. Al lado hay una zona con suelo de piedras, como de jardín, con unas cuantas tumbonas en la orilla de la piscina.

El jardín y, al fondo, la piscina
El jardín y, al fondo, la piscina

Habíamos contratado la opción de alojamiento y desayuno, que lo daban en la planta baja, donde está el comedor. Era bastante variado, porque tenían desde diferentes bebidas como cafés, infusiones o zumos, hasta varios tipos de bollería y pan, fruta, yogures, embutidos… Y tanto Ángela, la encargada del alojamiento, como Jose, el cocinero, te preparaban en un momento cualquier cosa si tenías algún antojo en especial.

Estuvimos tan a gusto que al final también acabamos cenando allí, y es que los menús que tenían eran tan apetitosos y estaban tan bien de precio que no nos importó pagar el extra. Como además estábamos solos en el hotel, porque no hubo nadie más durante los días que nos alojamos allí, tuvimos a Ángela y a Jose en exclusiva para nosotros. También teníamos conexión wifi gratuita, y aunque la utilizamos más bien poco, la conexión funcionaba bien tanto en las habitaciones como en las zonas comunes.

El jardín y el salón interior
El jardín y el salón interior

En resumen, el alojamiento nos gustó muchísimo y además tuvimos la suerte de que nos salió genial de precio. Está en un sitio muy tranquilo, el edificio es precioso y las habitaciones de lo más acogedoras, y tanto el desayuno como las cenas nos encantaron. Aparte de que el trato que nos dieron fue estupendo.

Si andais buscando un sitio donde quedaros, si es que tenéis pensado hacer alguna excursión por la zona de los arribes del Duero, la posada real El Brasilero es una opción de lo más recomendable. O incluso si lo único que buscáis es no un alojamiento sino un sitio donde comer o cenar, el restaurante está abierto al público, aunque no se aloje en el hotel, y es totalmente recomendable. Yo ya tengo claro que volveremos por allí seguro.


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