Esta ciudad y su provincia son conocidas sobre todo por su abundancia de edificios (principalmente iglesias) románicos. Pero también tenemos la opción de hacer una ruta modernista, estilo artístico del que Zamora tiene unos cuantos ejemplos, casi todos proyectados por el arquitecto Francisco Ferriol.
Hay dos de ellos que se encuentran un poco a las afueras. Por un lado, el laboratorio municipal está en los jardines que llevan el nombre de este arquitecto, junto al castillo, y en la actualidad lo único que se conserva del edificio original es su fachada, de grandes ventanales y portón adornados con columnas de piedra arenisca. También un poco lejos del centro, en este caso junto a la estación de tren, está la puerta de la fábrica de harinas Bobo, empresa que nació a finales del siglo XIX y cuyo edificio fue casi destruido por un incendio; sin embargo, hoy día la empresa sigue existiendo y conserva aún su puerta de rejería, tan típica del modernismo.
El resto de edificios modernistas están salpicados por el casco histórico de la ciudad, y por ejemplo desde la plaza Mayor se puede comenzar una interesante ruta hasta la calle de Santa Clara, durante la cual visitaremos casi una veintena de monumentos de este estilo arquitectónico. Uno de ellos es la casa de Juan Gato, situada junto a la plaza Mayor y con un chaflán de cuatro miradores y la cubierta rematada como si fuera un castillo; tiene además ventanas dobles y una decoración floral de lo más original.
La casa de Gregorio Prada es un edificio sencillo de tres plantas, con miradores en el centro y balcones a ambos lados; es la vivienda que da paso a todas las demás que se encuentran en la plaza de Sagasta. Por su parte, y construida para unir los edificios con el ayuntamiento viejo, se levantó la casa de Mariano López, que destaca sobre todo por la estrechez de su fachada.
Muy cerca se encuentra la casa de Faustina Leirado, en este caso un edificio de cuatro plantas, con miradores que se emparejan entre sí como si se tratara de los versos de un poema: el piso 1 es igual que el 4, y el 2 igual que el 3. Un poco más adelante tenemos la casa Montero, un poco diferente a la mayoría de edificios modernistas porque fue construida en ladrillo; destaca además por sus adornos florales, muy llamativos y que se reparten por toda la fachada.
En el casino lo más impresionante son sobre todo sus enormes ventanales y su preciosa fachada, en tonos azules y blancos y cuyos motivos decorativos están hechos de azulejos. La casa de Norberto Macho es una de las más estéticas y tiene en su fachada tres filas de miradores, rematados por balcones.
Para ver la casa de Fernando Rueda tendremos en este caso que acceder al interior, ya que lo interesante es su portal; en él podremos contemplar una interesante vidriera enrejada. Por su parte, la casa de Félix Galarza es una de las más sobrias, con apenas decoración. La casa de Valentín Guerra, por otro lado, es un edificio exento que combina varios tipos de elementos ornamentales y también consta de numerosos ventanales.
La casa de Francisco Antón es una de las que más claramente representa el estilo modernista, ya que tiene todos los elementos que corresponden a esta manifestación artística. Junto con la anteriormente mencionada de Félix Galarza, esta es una de las que también destaca por su sobriedad. Casi al lado se encuentra la casa de Valentín Matilla, la última que veremos en nuestro recorrido por la calle de Santa Clara. También decorada con numerosos motivos vegetales, esta casa destaca sobre todo por su portal.
Volviendo sobre nuestros pasos encontramos la casa de Crisanto Aguiar, que fue una de las que construyó Ferriol para embellecer la plaza del Mercado. Lo más original de este edificio son, aparte de los elementos modernistas, los tres medallones con rostros femeninos que rematan sus miradores.
En la calle Traviesa tenemos un edificio del que no existe documentación sobre su constructor, aunque se atribuye a Ferriol por algunos de sus detalles. Se encuentra muy cerca del mercado de abastos, y además de por sus llamativos colores, destaca por sus miradores, que en este caso se encuentran rematados con cúpulas de escamas.
Y ya que estamos en esta zona, además de contemplar la casa podemos aprovechar para darnos un paseo por el mercado de abastos; si no tenemos tiempo o no nos apetece entrar a curiosear, merece la pena al menos echar un vistazo a su entrada, que también es de estilo modernista y tiene en la fachada una vidriera enorme que llama mucho la atención.
Por último, y ya en el tramo final del recorrido por estos rincones modernistas, tenemos tres elementos más. Por un lado está la casa de Martín de Horna, cuyo elemento más importante son sus balcones de forja, adornados con motivos florales de diferentes colores. Por otro la casa Tejedor, una de las más originales porque sus balcones y los aleros de las ventanas están dispuestos de forma escalonada; tiene además unos medallones muy parecidos a los que también adornan la fachada de la casa de Crisanto Aguiar, mencionada anteriormente. Y, como en el caso de la fábrica de harinas Bobo, de nuevo nos encontramos con otra puerta. Se trata de la reja de forja que cierra el jardín de la casa de Miguel Hervella, que se apoya en dos columnas de ladrillo coronadas por motivos vegetales, algo que se repite constantemente en el estilo modernista.
Como veis, Zamora es mucho más que románico. Había oído hablar de la ruta modernista de la ciudad, pero no sabía que hubiera tantísimos edificios que descubrir. Así que si pasáis por allí y tenéis tiempo de sobra, os recomiendo hacer este recorrido y no quedaros únicamente en lo más típico del casco histórico.
Enlaces de interés:
El blog del ave migratoria 
2 respuestas a “Cuadernos hispánicos (CXXXI): Zamora modernista”